El delito de coacciones es una figura penal contemplada en el artículo 172 del Código Penal. Afecta a cualquier persona que limite, con violencia o intimidación, la libertad de otro para hacer lo que la ley no prohíbe. En este artículo te explicamos en qué consiste, cómo denunciarlo y qué penas establece la ley.
Introducción
A lo largo de mi carrera como abogado penalista, me he encontrado con una gran variedad de situaciones en las que se discute si una conducta determinada puede considerarse un delito de coacciones. Y muchas veces, el principal problema no es la gravedad del acto, sino que las personas no saben cuándo un comportamiento cruzó la línea de lo punible.
Porque coaccionar no es solo gritar, amenazar o encerrar. También es obligar a alguien a actuar contra su voluntad o impedirle hacerlo, aunque no se utilice la fuerza física. Lo que se protege aquí es la libertad de acción de cada persona, que nadie puede vulnerar sin consecuencias legales.
Este artículo lo escribo precisamente para explicar qué se considera coacción en derecho penal, cómo lo regula el Código Penal español, qué consecuencias legales puede tener, y cómo actuar —con firmeza y estrategia— tanto si eres víctima como si te han denunciado.
¿Qué es el delito de coacciones?
El artículo 172.1 del Código Penal define claramente esta figura jurídica:
“El que, sin estar legítimamente autorizado, impidiere a otro con violencia, hacer lo que la ley no prohíbe, u obligarle a efectuar lo que no quiere, sea justo o injusto, será castigado con la pena de prisión de seis meses a tres años o multa de doce a veinticuatro meses.”
Dicho de otra forma, el delito se consuma cuando una persona obliga a otra a hacer o no hacer algo mediante presión, intimidación o violencia, sin estar legitimado por la ley.
No es necesario que se produzca un daño físico. Puede haber coacción psicológica o emocional, y basta con que la víctima experimente un temor razonable, un sentimiento de imposición o una alteración de su conducta habitual.
Casos que llegan a mi despacho
En mi experiencia como abogado, he visto de todo. Algunos de los casos más comunes que hemos tramitado en el despacho incluyen:
Coacciones familiares
- Padres que impiden a sus hijos mayores acceder al domicilio.
- Expresas amenazas para obligar a una expareja a mantener contacto.
- Negarse a devolver pertenencias personales de forma deliberada y con presión.
Coacciones laborales
- Trabajadores a los que se les impone una renuncia forzada.
- Jefes que amenazan con represalias si no se firma una modificación contractual.
- Directivos que coaccionan a empleados para no ejercer su derecho a huelga.
Coacciones digitales
- Personas obligadas a eliminar publicaciones o entregar contraseñas bajo amenazas.
- Chantajes afectivos disfrazados de “conversaciones emocionales”.
- Amenazas veladas realizadas por redes sociales o grupos de WhatsApp.
Lo importante no es el medio, sino el resultado de la conducta: una limitación de la libertad de actuar.
Tipos de coacciones según la ley
El Código Penal no solo recoge el tipo básico. Hay supuestos agravados o especiales que también deben conocerse:
Tipo de coacción | Artículo CP | Pena prevista |
Coacción simple | 172.1 | Prisión de 6 meses a 3 años o multa |
Coacciones leves (ámbito familiar o afectivo) | 172.3 | Localización permanente o trabajos en beneficio de la comunidad |
Coacción para impedir derechos fundamentales (huelga, voto, reunión…) | 172.2 | Prisión de 1 a 3 años + multa |
Coacciones con violencia o arma | 172 bis | Prisión agravada |
Esto significa que el contexto y la finalidad de la coacción pueden modificar sustancialmente la pena.
Cómo denunciar un delito de coacciones
Si has sufrido coacciones, estos son los pasos que recomiendo como profesional:
1. Recopila pruebas
Capturas de mensajes, grabaciones (siempre legales), partes médicos, testigos presenciales. Todo lo que respalde tu testimonio es clave.
2. Denuncia en comisaría o juzgado de guardia
Puedes hacerlo presencialmente, o a través de tu abogado. Si existe riesgo real, también puedes pedir medidas cautelares inmediatas.
3. Expón con claridad el contexto
No se trata solo de contar lo que pasó, sino de explicar cómo esa acción afectó tu libertad, te hizo sentir presión o miedo, o te impidió actuar con normalidad.
¿Y si me denuncian por coacciones?
También puede ocurrir. En muchos conflictos de pareja, herencias o disputas comerciales, las denuncias por coacciones se presentan como herramienta de presión o reacción emocional.
Mi consejo: actúa con rapidez. No contestes sin asesoría jurídica, no minimices el asunto y empieza desde el primer momento a construir tu defensa:
- Contrasta la versión del denunciante.
- Aporta pruebas que desmientan la presión o violencia.
- Demuestra que no hubo imposición, sino conflicto o malentendido.
En estos casos, una estrategia penal sólida es la diferencia entre una absolución y una condena.
Por qué necesitas un abogado penalista especializado
Muchos clientes llegan a mi despacho con la misma duda: “¿Esto que me han hecho o me dicen que hice… es realmente delito?”
Mi trabajo no es solo acompañarte jurídicamente. También consiste en:
- Valorar los hechos desde el prisma penal.
- Clasificar correctamente la conducta.
- Saber si hay base suficiente para acusar o defender.
- Representarte ante Fiscalía, Juzgado o Guardia Civil con solvencia y seguridad.
En coacciones, la clave está en los matices: en cómo se expresa una presión, en si se puede demostrar o no, en si existe una reiteración o si fue un hecho puntual. Y eso solo se detecta con experiencia penal real.
Conclusión
El delito de coacciones está muy presente en la vida cotidiana, y muchas veces no se denuncia porque la víctima no lo reconoce como tal. O se denuncia mal, sin pruebas, y el proceso se archiva.
También se denuncia injustamente, en conflictos personales intensos donde se confunde la discusión con la coacción. Por eso, actuar bien desde el minuto uno, con asesoramiento y estrategia, es esencial. Desde Ampuero Blanco Abogados ofrecemos acompañamiento integral, tanto para quienes han sido coaccionados como para quienes necesitan defenderse. Porque cuando se vulnera tu libertad —o cuando se pone en entredicho injustamente—, hay que actuar con rigor.